miércoles, 27 de mayo de 2009

Historia de la Locura, Foucault


El agua y la navegación tienen por cierto este papel. Encerrado en el navío de donde no se puede escapar, el loco es entregado al río de mil brazos, al mar de mil caminos, a esa gran incertidumbre exterior a todo. Está prisionero en medio de la más libre y abierta de las rutas: está sólidamente encadenado a la encrucijada infinita. Es el Pasajero por excelencia, o sea, el prisionero del viaje. No se sabe en qué tierra desembarcará; tampoco se sabe, cuándo desembarca, de qué tierra viene. Sólo tiene verdad y patria en esa extensión infecunda, entre dos tierras que no pueden pertenecerle. ¿Es en este ritual y en sus valores donde encontramos el origen del prolongado parentesco imaginario, cuya existencia podemos comprobar sin cesar en la cultura occidental? ¿O es, inversamente, ese parentesco, el que, desde el comienzo de los tiempos determina, y luego fija el rito del embarco? Una cosa podemos afirmar, al menos: el agua y la locura están unidas desde hace mucho tiempo en la imaginación del hombre europeo.
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1961

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer me dijo Dios -Que la poesía es su música-
Que es el canto de el señor y por lo mismo siempre es bella. Qu el poeta es su vocero de alguna manera.

Ayer me dijo también que las almas resplandecen bajo un mismo fulgor y trascienden los sexos. Trascienden el cuerpo y hasta la vida misma.

El universo converge para un encuentro pero nosotros limitamos las experiencias bajo el escrutinio de nuestros prejuicios.

Y hoy me trajo por xtrañas razones a leer tu blog. Al cual no entraba desde que na vez hable contigo... supongo que te imaginas quien soy. Soy la prohibida, la incorrecta. La que no tiene permiso de hablarte y algunas veces muere por hacerlo.
...

Arianna Bañuelos Zetina dijo...

Gracias R.