lunes, 4 de mayo de 2009

Bach en Egipto


Una vez, exánime
besé tus pies mujer periplo
Dónde, la llave, no lo sé
Dios se encargó de velar obscuro beso,
Dios bien sabe que lo nuestro lleva
a dónde. No nos lleva.
Una solemnidad que no es pareada
ya no importa
Cuando el sombrero de Bach dijo a su sombra:
empiezo a rasgar vestidos;
así en tu cama,
cuerpo de alfileres sin deriva;
el techo, donde todos los ojos ven.

Una vez, exánime
la luna me dijo a puerta cerrada: querida,
música adorada,
tu réquiem es VIVIR SEDADO – no te huyas-.
Los misterios del abecedario, dos cinturas
Océano primero, tu cadalso
Risa, el viento fuimos todos los que no seremos.
¡Destruye tu voz!¡ Destruye tu acento!
resistamos al borde. Silbido y después…

Una vez, exánime,
cuando el silencio parece una maquinaria de fuego,
y sigue Bach por el Cairo, como desierto huésped
acaudalado y sombrío.
Vino una anciana aquella noche a dejarme un libro,
roble viejo
atestiguó un siglo tu dulzura. Mujer, mujer,
ser de agua, tu exquisita vanidad una y otra vez naufraga
prohibida fugaz, te volviste agua y yo quería
la batalla.

Hyndra

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