domingo, 8 de marzo de 2009

(…) volver


"toutes les forteresses tombent la nuit"
Un sueño golpea un mar sonámbulo, dos mitades de olas y un abrazo callado: en la nada, en mitad del ruido. ¿Qué es el amor? Vuelvo a preguntarte dibujando un eco, atrás de tus ojos acaricio el alma de mujer maravillosa, espejo de sí misma, entre la teoría del todo y el vahído de rosa. Pasa el tiempo, aquí y ahora. Nos veremos un día caminando entre las hojas. ¿No es el amor un reflejo natural? Un instante de hierba nace sin hablar, madura y brota, anhela, brilla; el amor ama cuando es: ciego de este espacio y lúcido en tu mundo, escrito en otro sueño como espejo fidedigno. No diré nada cuando la tierra se mueva y persiga tus pies: la verdad nació bajo tus alas y a lado de un rosal. Mejor cierra la idea, no empañes más tus lágrimas de tiempo, cuestión de nada. El sueño despierta la vista intacta del sol, figura perfecta, cada quien su tierra y unidas bajo el suelo a dos segundos, nada escapa, todo es.

El corazón es un ojo: me viste ayer.

-Volver, cómo ansío volver el tiempo y sentir, sin que yo fuera alguien, sin que tú fueras todo. Te amé. Vi tus ojos en el río, naufragando. Vi tus manos en el fuego, agonizando. Adiviné tu cuerpo, el anhelo victimario, te amé. No podemos seguir fingiendo: la risa es una trampa que precede al lenguaje de las piedras. Por eso, ¡llora mujer! No importa si dormimos o soñamos, si odiamos, todos los cuerpos son sólo uno: ya no importa el tiempo, los días, las bocas. Estamos, y cruzaré contigo el barco: la ciudad está vacía, sin cuerpos, nos dejamos caer con todo, con el peso de los años. Nada escapa al mundo: hay una forma de abrir la puerta y encontrar de nuevo la inocencia: mi corazón está deshecho.

-Volver, cantar del río, oído de grillos y detrás de mi ventana: son mis tardes una sola: 6 en punto siempre escribo. Hoy de ti, volver a la orilla de tu pelo. Ahí estás y te veo ayer. No entiendo tus labios: a veces hablas, callas siempre para mí. Te recuerdo sin hablar, alma y puesta de sol, yo incendié con mis días este día. Le dije a mis palabras: ven, y tu recuerdo entró en mi vida como un arco de flechas incendiadas, tan aprisa, tan despacio, sin que hubiera tiempo de decir: ¿por qué? Te hice mía, no de mí: mis palabras volverán a ti.

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