miércoles, 4 de marzo de 2009

En- cadena- me


1
Obscura timidez; bajo la sombra de una alcoba y debajo de tu almohada: dame el alba y el silencio de una vez. Mi recuerdo, arcano sueño, tu mirada calla dudas de placer: eres todo rostro de mujer, adentro de tus ojos, bebo las palabras que olvidé: si mis brazos fueran viento, escaparía a tu desnudez.

2
Todo cerrado el puerto y una sombra espera en vano: la flor tiende al sonido y al brillo de tus manos: dame, dame más las voces violentadas: la estatua derribada en la noche de la niebla: tu máscara oculta en el sendero zumba, sangre de tus alas. Si la ternura fuera ciega de tu alma, dame, dame tan si quiera un pedazo de tu absorta calidez.

3
Dices que alguna vez, pulverizados tus ojos al olvido, navegando a un lado de mis labios (solamente a un lado de mi sed), me irás a lanzar un gesto cual sonido emblema del silencio: como trampa te quiero a morir no más, y quebrarás como llanto desde niña. Probablemente partirás, devorada en un espejo similar a un grito a carcajada; todas las noches muerto el sueño, partirás.

4
Y ya, ¿quién no deja morir un beso al soltarse de él? Belleza negra y un tanto sin piedad de ser; ¿quién no fuera como ave ascendente a tu figura, un vuelo con plumas tan antiguo, que repita las mismas horas en ayunas?: he de morir de hambre, de sed, de ti la rosa, hasta clavarte con mi ser. Un día que decido no soltarte, decido no besarte, y quién sabe, enamorarte.

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