Publicado en / EL IMPARCIAL/Oaxaca, 2009
Siempre hay un anhelo interior que conduce al acto de escritura: pero ese deseo (demonio-humano-ángel) lucha incansablemente hasta no manifestarse. Los sentimientos son opuestos y exacerban la locura. No es que la poesía sea un remedio curativo, como erróneamente se le conoce. Lo único que hace la escritura es volver al vaso más transparente: exponer el alma, abrir con un bisturí los sentimientos: la humanidad es una frágil división entre lo bueno y lo malo: un espejo invertido. No se habla de belleza como un valor positivo; se habla de poesía como un valor extasiado: sea cruel e inhumano, bondadoso o noble. La poesía es un medio de expresión; la voz más sensible de toda vocación. Quien es poeta sabe interpretar y nombrar al mundo. La poesía es una herramienta que conduce al mundo invisible: es la voz del alma.
Hay dos caminos: volverte loco por la sensibilidad del lenguaje poético, o ser inmensamente sabio para contestar.
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