Una idea, una mirada espiritual; conciencia. Quien escoge la patología (química), curso histórico, hacia atrás, eso nunca se ha sabido. Una inmensa ceguera por ejemplo. ¿Cómo se enamoran las personas sin la vista? ¿Selección de dónde? Una idea entonces: la palabra, que suena a distintos colores, acentos, pausas y silencios. Siempre hay selección. ¿Sonará a dulce una palabra? ¿Soltará un chispazo como letra, una furia como amor, de otra idea?
Otra idea. No es suficiente la primera idea; retener ese sentido de otredad (olfato, oído, vista, tacto) ¿Por qué no detenernos ahí, en la persona? ¿Por qué besamos? El segundo contacto comprueba en realidad nuestra existencia: agua; vida; fabricar esa primera idea; saber que existe adentro (personalizar la imagen). Hay quienes la prueban unos instantes y la dejan (experimento instantáneo); hay quienes la retienen dentro de la vida para cambiar su propio curso (los enamorados, coleccionistas o platónicos). Esta idea agrega otra idea: por ejemplo, un segundo beso construido sobre la química del primer recuerdo (añoranza, perdón, rencor, paralelismo, etc).
Otra idea: movernos, cambiar de espacios, siempre preguntándonos para dónde caemos, con quién, cuál es la excusa; ¿en ti, hacia ti, fuera de ti? Tus ojos (interiores), mis ojos, los de otros. Somos corriente, pero no vegetación. Estamos a expensas de los cambios: que también son ojos; de muchas vidas hacia atrás. El comienzo y el fin no los define el agua; la casualidad, el destino; es el curso en medio del destino; la muerte al fin. Entonces somos forma; el beso es una corriente ya establecida: una idea a expensas de la vida.
Un beso es un momento acuífero: un instante de agua en nosotros mismos. La conexión invisible entre dos personas que entienden el encuentro de sí mismas: sin saberlo, en la vida. Besamos para conectarnos, de la misma forma que amamos u odiamos para vivificarnos o morirnos. Besarnos es sentirnos al mismo tiempo (afuera que hacia adentro: pero con la otredad en nosotros mismos); lo que pudiera suceder al mismo tiempo con las manos, con los cuerpos. Todo depende del sentido: por costumbre cultural, y porque todos hemos encontrado que la boca es una fuente de inspiración de muchas formas y donde existen (científicamente comprobado) que los nervios se conectan.