jueves, 2 de abril de 2009

Una diferente concepción de Gringolandia


He regresado de un país que por muchos años había desprestigiado. Siempre tuve esa imagen del yanqui consumista, imperialista (en su máxima extensión). Pensaba en Estados Unidos como un Goliat malévolo, oportunista, egoísta y cerrado a sus intereses. Estados Unidos sentado en un pódium para hacer “cumplir una ley” al por mayor. Esta forma de hacer política arraigada en la cultura de la gente; tan fuera de la realidad del mundo. Cuando me he detenido a pensar unos instantes, (parcial ironía); siempre hay otra cara de la moneda: la vanguardia del mundo no surge del azar ni de la coincidencia. Por mucho que deteste esta idea, la primera potencia del mundo posee valores irrefutables; hecho infalible en el “saber valorar” y “hacer funcionar” lo que es debido: sentido de responsabilidad, honestidad, cooperación y liderazgo.


No importa que el norteamericano promedio entienda poco del mundo; estoy perfectamente segura que todos conocen sus leyes y las hacen respetar. Estados Unidos posee algo que se llama introspección: el raciocinio “egoísta si queremos” de velar por sus intereses y ver por su gente. Estados Unidos confía en el sistema porque confía en su gente: “valor al trabajo”; en específico, “valor a uno mismo”. La gente te mira a los ojos cuando habla: valor esencial de saberse respetar a uno mismo. Allá existe un “si” y un “no”: las cosas como son, no como debieron haber sido o serán. El aquí y el ahora; planear y hacer.


Si comparamos, en México existe un pseudo-intelectual a medias: la solución es sencilla: la culpa siempre es de otro. Por eso hay que “revolucionar, cambiar, desorientar diría yo”. Si existen corrientes políticas tan opuestas entre sí (aunque ideológicamente no lo sean), es porque no hemos sido capaces de entender quiénes somos en conjunto; entonces nos desarraigamos: se desconfía de todo y se asume lo contrario. Nada de lo que hacen los demás ha funcionado; esto es, valorar poco y desconfiar mucho. La mentalidad del mexicano está en lo que debió haber sido (historia que desgraciadamente se utiliza para enjuiciar); o, lo que debería ser “todos tienen la culpa menos uno mismo”.


Octavio Paz, bastante sabio cuando escribió “El Laberinto de la Soledad”; el problema no es la política, sino la cultura, la mentalidad: el mexicano baja la cabeza porque no se sabe valorar, no sabe quién es, y tal vez, nunca lo sabrá. Seguimos en la mentalidad del “colonizado” ¿Por quién? Este fantasma que no existe en realidad, culturiza el sistema: burocracia, corrupción, delincuencia, fanatismo, etc… Un rey sin reino: estamos esperando un “Mesías” que no vendrá: la piedra está encima de cada uno: la sociedad. No existe la responsabilidad de nada en la nada. Llego a México y encuentro que rige la anarquía: un Dios sin nombre: el responsable de las catástrofes, la victimización, la memoria colectiva. Aquí y ahora, WAITING FOR GODOT.

No hay comentarios: