martes, 21 de abril de 2009

El día que vi a Willy Wonka


Recuerdo que era un jueves o viernes,
como a la hora intempestiva del ocio y la hora furtiva del té.
Me importó poco la hipo-glucemia y llamé al hijo de un dentista:
¡Señor, si hablo a Loompalandia
necesito un pastel de chocolate auténtico y ligero como viento!
veo los cielos de almidón y una campanita me tortura:
carezco de dulzura y una imperativa tristeza.
Porfavor, otra cosa que no sea Esplenda o Canderel…


Y así, entre los cielos dorados y ojos violetas,
vi un cabello cobrizo, un saco frac y un sombrero de copa.
“Te regalo un chocolate mágico: mismísimo sabor sin azúcar”
En el día del descorazonador de manzanas,
hay un niño que recuperó la inocencia;

chocolates van y vienen, chocolates vienen y van.

Willi Wonka, Willi Wonka…
He's modest, clever, and so smart

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