Nada, nada es lo mismo que esta salina vertical,
hacia su vientre, la manta azul es una ciudad
caída, como súbita frente perdida: llanto (no sé a dónde).
Nada, estoy a punto de decir que calle,
todos los ladrillos como hormigueos vuelven
y las caras se revuelven en el silencio de mi cuarto.
Nada, nunca estuve sola y planto un signo acuchillado
¿Por qué?
Sus nidos tejen racimos en la espiral del tiempo
(lo que viste, el confín y sus arrugas).
Nada, vence la hora y un pedazo de luna me abandona.
Nada es lo mismo, la mujer es una cara de ninguna parte.
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