Hubiera sido imposible pasar por alto el momento actual: la vida. Pensé que con el tiempo navegaríamos. Lentamente. Otra mentira de la que la gente inteligente prescinde comúnmente: el pensamiento cautivo.
Invertimos mucho en idealismo, en situaciones llenas de compromisos, juicos, reivindicación llenas de justicia. El sordo sosiego de aquello que consideré sería el mar. La libertad utópica llena de nostalgia: la residencia en la tierra; pedazo de mar desterrado.
Me exilié, desfavorable el juicio, por aquello de un repentino vómito de asfixia.
Y a modo de tropiezo, casi en el drama de Mkeiev, por el historial de ascenso de poder y detención repentina…
No alcancé a trazar un camino caprichudo, no retraté una vida. Fui poeta y veo esa imagen con auténtico carácter y fuerza. Pero siempre lánguida, siempre auto-destructiva.
Empiezo una novela de regreso del mar. Una tregua, que no es otra cosa que el desprendimiento de la Gracia Divina. El Amor me alcanzó.
No he consentido por mí misma lo que hubiera sido el sueño de estar junto al rey. Pero en definitiva, me he destronado de “mis palabras”. He dejado mis convicciones, mi firmeza, la fidelidad de mis lágrimas… (por sufrimiento grave y por brutalidad exánime a mi corazón)…
Las palabras se han alterado, las palabras han modificando el mensaje de mi verdadera naturaleza. Este es el ángel que intercede por mí: el Amor de Dios en mi vida.
Por gratitud, y por primer signo del cambio: Perdón y Gracias.
Yo sé que pronto, no por mi, la Gracia nos devolverá el Agua...la Inocencia.
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