domingo, 20 de abril de 2008

Ensayo sobre la belleza



Me pronuncio dador de esta belleza
a la que he llamado amante:

que quede claro que no he robado sílabas (clandestinas frases),
ni humor trascendente (papeles de lino).


He robado pedazos de alma
(inelegibles e inaccesibles frente el mundo).
He tomado el vínculo que une al mar:
el kantianismo erótico y el
shakespirismo de su aliento.
Me he robado al idealismo por ser bello;
aunque éste, ya existía en el camino.

Me he enamorado de ojos vistos
a través de espejos.
Por ejemplo, cuando las palabras vienen
a recitarme al oído puedo gritar,
y de ellas vienen tantos vientos,
tantas olas hormigueando en mis manos
sin saberse escuchar; entonces soy tranparente
como el agua al oído.

Cuando me he dejado lagrimear
las noches es que creo en tu
verdad. No en mi gota de sal,
no en mi grito que es mi cuerpo;
más bien me revelo en tu oído,
tu santo ardor en que me miro
con el silencio de callar.
Si logro traspasar
mi alma ya nos hemos hecho hombres
(y hombres fuimos ángeles divinos).

Digo “belleza” cuando no he dejado calcinar
los pasos ni ennegrecer las huellas que cimientan
tu pasado. No he borrado ojos
porque, aunque cruces el cielo
y cambies de mar, no podrás
cambiar el alma de tus ojos.

Digo “belleza” porque pertenecemos
al final, y al inicio todo creado nos contempla;
no es utopía, es un círculo que hemos dejado
callar: antes era el ardor de un beso y con éste beso
nos amábamos. La gran ruina de sombras
es que hemos dejado silencios:
hemos callado con los ojos.
Ojos a través de ojos
se mecen en medio de una semilla contemplada:
junto a otros versos (muchos paladares, agrios labios)
o mundos con fe de extraños,
existen siempre labios de tu fuego intrínseco,
- iracundo, pacífico y anecdótico-
pero al final regresa la práctica nostálgica
en nosotros mismos.

Empiezas a pertenecerme
cuando te contemplo más;
si eres como el vidrio de cristal
te has fundido en labios, recorrido cuerpos,
inundado versos, contemplado
aisladas noches sin ausencia;
si eres como la lluvia azul
dejas algo del mundo en voces
y mis cantos eternamente te consagran.

La belleza te invita a
gozar un paso primitivo que
ha pertenecido a cada hora, y unido
a los hombres a través del tiempo...

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