De todas las cosas bonitas que recuerdo, me viene a la memoria el alma de un niño de 3 años. Hoy me habló con sonrisa de Tchaikovski. Me dijo, ya no llores (mira...un ave).
"I have sliced the waters of beauty in the evening when the hills close themselves like birds' wings folded. When the wind stoops..may there be nothing found but a pinch of dust." Rhoda, the Waves of Virginia
lunes, 14 de diciembre de 2009
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Días de influenza
El virus H1N1 viene siendo una prueba de experimentación humana. Una especie de artimaña bien calculada, similar a una carrera con decoraciones: “sobrevivirán los más obedientes”. Primero te ponen en cuarentena. Mi madre vio con sus pequeños ojos el reflejo de bicho raro con cubre bocas; con todo, no le ha quedado de otra más que separar los cubiertos, comprar frutas y verduras, preparar caldos y otras cosas. Es irónico; llevo 2 semanas así, y apenas hoy me dieron las pruebas. Todo estaba en un papelucho que decía: “positivo”.
Me desespera lo alarmista que pueda sonar la enfermedad. En gran parte, los medios de comunicación se han encargado de difundir una noticia en calidad de desventaja para los enfermos: "Van tantos muertos". Mi mamá creyó que en verdad podría morirme, mi papá quería hospitalizarme. Todo es muy confuso. . Las palabras del doctor sonaban también confusas: El Tamiflú no te hizo nada. Vamos a probar otra cosa. Y así me han traído. Me siento cansada. MI mente escapa por momentos y ya quisiera estar en la playa. En lo personal, esta es una prueba de vida. Esto me ha permitido acercarme más a Dios. En una ocasión le pregunté si esto de las enfermedades actuales, era producto de una conspiración gigantesca, a lo que me respondió, que todo tiene un plan personal. Quizás de fe, perseverancia y templanza (cosas que no poseo).
El aburrimiento es la cosa más desesperante. Hay que buscar cómo matar el tiempo. Me compré un par de libros; el último de Bendetti, que es bueno contra el ocio, pero ya lo acabé esta tarde. Luego me llegó un par de ejemplares de La Línea del Cosmonauta 11, que he leído con mucho cuidado. Me salto la parte donde veo mi nombre: no estoy acostumbrada a leerme en revistas. Mi tía me compró otro libro que me dará mañana; algo así como “Bailando con los lobos”. No sé muy bien. Todo lo demás es acostarme y ver las telarañas del techo, los pliegues de la pintura, etc. Después de un rato, uno zappea la televisión; nunca hay nada interesante. Estoy esperando que den las 8pm para ver Dr. House.
Otros ratos pienso en el mundo. Mi mamá está alarmada porque entre otras cosas, he pensado de una vez por todas dejar mi trabajo. “Esta niña, me va salir con que se quiere ir a África" Pues sí, de repente pienso en mis pobres niños al otro lado del mundo y se me hace el corazón chiquito. Uno aquí sufriendo de un virus que tiene remedio, y ellos con otros 20 virus manipulados y mortales. Eso sin tomar en cuenta las escasas posibilidades económicas. Sin dinero, uno no se puede mover de su sitio. Es lamentable, pero en ocasiones, el dinero compra la vida.
También pienso en la gente que no ha querido sanar. Los psicópatas renuncian a recibir tratamiento. Hoy escuché de un caso parecido y me puse triste. Cuando uno mantiene un lazo emocional, quisiera que las personas se comportaran como uno desea (por egoísmo quizás); pero a veces, las cosas no resultan así. Yo estoy luchando, mientras alguien al otro lado del mundo ha renunciado a todo. Lo cierto es que además de la enfermedad, nuestras almas están unidas. Vaya cosa, el mundo como decía Friedman es plano, horizontal y virtual. Será que la historia de la humanidad llega a su fin; y todos al cabo, tenemos las mismas preocupaciones: los debates cuerpo-alma; mortalidad-eternidad. Me pregunto si, en medio de la guerra, podremos escuchar los vestigios del alma, las pequeñas cosas que darán sanación.
Estoy segura que la batlla espiritual está ganando en este terreno. Muy sabias las palabras: después de la lluvia, viene la calma.
sábado, 5 de diciembre de 2009
Fons et. origo 14
Días de influenza
No me ha quedado de otra más que recostarme en la cama de un sueño ligero. He enfermado tres o cuatro veces al año. Esto me hace pensar que mi cuerpo está débil o que algo anda mal con mis defensas. Me he alimentado bien. He dormido de más. ¿Qué andará mal? Pregunta ingenua. Me viene una sensación a desfallecer, no por culpa de mi cuerpo. Siento a mi alma contrita, llorando. Vivir en la inercia es el peor pecado. Y así, he estado deambulando un tiempo.
He querido renunciar muchas veces a un trabajo que no deseo (he llegado casi a odiarlo por fastidio). He querido darme un tiempo para pensar en mis verdaderos sueños. He querido vestir mi cuerpo con una armadura nueva. He querido ver el amanecer con una sonrisa en la cara y otras lágrimas a mi costado. He querido tan sólo las pequeñas cosas. He querido tomar el agua de sorbo. He querido no tener miedo. He querido buscar al Dios que guardaba en la repisa de un sofá y que ahora me llama tiernamente. He querido que Dios fuera un amigo, para decirle las cosas que temo y aquellas por las cuales tengo mis pies doblegados. He querido decirle que tengo un alma al otro lado, y hoy me despertó con esta melodía:
tengo en la memoria un paisaje perfecto, lleno de montañas, un cielo azul, arboles enormes (algunos de algodón), nubes de colores con estrellas estampadas, melodías de risas y llanto en el viento, un aeropuerto, una librería, recién construidas (por todos los avionazos producto de mi distracción y otros cuentos de ficción)…Una voz de ángel que ilumina mis sentidos, y una mirada que cautiva hasta al ser más alejado del alma.
He querido decirle que anhelo paz. Pero lo que tengo, renuncio a causa de un dolor que no soporto. Mis demonios me siguen. Es tiempo de decirles basta. He querido tan sólo despertarme en almohadas de seda. Despedirme de una vida que arrastra mis infiernos. He querido renovarme, he querido detenerme a llorar por última vez. He querido renunciar a todo. Hasta el confín de mis arrugas…
viernes, 4 de diciembre de 2009
Sentencia preliminar
Puede ser este día, bifurcando en la tinta de un cielo tan azul, que decida enterrarme, siete siglos y siete combates.
Puede ser que me deje morir y las olas mañana, me despierten siendo un hombre.
Puede ser que me deje morir y las olas mañana, me despierten siendo un hombre.
Hyndra.
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